Meses de noviembre y diciembre muy húmedos, seguidos por un enero frío y brumoso. Después de un invierno bien marcado, con un mes de marzo todavía fresco, la brotación comienza con fuerza en abril.
Mayo es estival, y la vegetación enérgica sobre un suelo todavía húmedo. Esto lleva a una floración temprana, a finales de mayo, con cierta presión de mildiu por las elevadas temperaturas. La vegetación está muy bonita.
Junio húmedo, julio caluroso, con tormentas puntuales, que termina con un envero precoz otra vez. Algunas tormentas puntuales todavía la primera quincena de agosto, poco significativas, y que con las noches frescas que las acompañan y mucha luz diurna hasta la vendimia, favorece la correcta maduración.
Hemos tenido por ejemplo el 25 de agosto 13 grados de noche y 33 de día. Esto ayuda a que la piel permanezca dura. Una pequeña lluvia el 18 de septiembre propicia el final de maduración. Una vendimia larga, para atender las necesidades de cada parcela, del 11 de setiembre al 1 de octubre, incluso empezamos con el tinto antes que el blanco.
Resultado: una añada excepcional por su potencia natural y un numero de depósitos importante en perfecta armonía entre ellos.